viernes, 20 de octubre de 2023

 

Del miedo a la acción

 

Ángel Madriz

 

 

Por lo tanto, el miedo al peligro es diez mil
veces más terrible que el propio peligro.
Daniel Defoe
Detalle de "La visión de Tondal", de El Bosco
 

  El miedo no es un defecto. Es una manifestación de nuestras ganas de vivir. Sentimos miedo porque estamos en peligro o sencillamente experimentamos la posibilidad de una derrota final. Sin embargo, el miedo también nos impulsa a superar cualquier obstáculo que se nos presenta en nuestras rutas para ser felices. Tener miedo entonces no es ser cobardes, es el punto de partida para descubrir que somos valientes. Cuando nos damos cuenta de que el miedo nos consume en la soledad y nos impide luchar por la libertad, surge entonces ese coraje que nos ayuda a vencer, en un acto íngrimo de compromiso con nuestras ganas de amar, los azotes de la tiranía. Experimentamos así el valor de saltar hacia adelante y entendemos que ser valientes no es no tener miedo sino luchar para vencerlo en un accionar hacia la libertad. Podemos tener miedo pero descubrir que somos valientes porque decidimos alimentarnos con nuestras decisiones para desatarnos de cualquier cadena que nos inmoviliza. 

  El extraordinario militar y político judío Moshed Dayan dijo en una oportunidad que la libertad es el oxígeno del alma y estoy convencido que es ese oxígeno lo que en definitiva está impulsando al pueblo venezolano a actuar pese a la tan despiadada y monstruosa tiranía que se ha empeñado en esclavizarlo durante estos últimos veinticinco años. Si vemos la actuación que ha ejercido, el pueblo venezolano durante estos últimos meses de este 2023, podemos decir, claramente que ha entendido que sólo liberándose del miedo puede llegar a ser libre, sólo con las fuerzas del valor podrá rescatar al país de los más nefastos y destructivos vicios del histórico socialismo oscurantista que, desde Cuba nos llegó encarnado en la mácula engañosa de la traición. Ya nos lo dijo Aristóteles una vez en su Política. Sólo superando los miedos se puede llegar a ser libre. 

  Cuando veo que desde la oscuridad, la sequía, la inmovilidad, la enfermedad, el hambre, la represión, la corrupción, el sadismo, la tortura y la burla se destruye una nación y que ésta, decide no rendirse; que contrariamente a pesar de que sufre, padece y muere, deja de rumiar la impotencia, el odio y la frustración para lanzarse a la calle, olvidando por momentos que la minuta del poder es la usurpación y con ella se identifica como verdugo, masacrando cuerpos, destrozando rostros y ensangrentando las calles de un país que una vez les dio la posibilidad para engrandecerse, concluyo sintiéndome orgulloso, siento que pertenezco a una raza que está dispuesta a arrancarle al opresor el porvenir que ha lúgubremente enjaulado en las mazmorras de la indignidad. Y es que la carta de presentación de la ambición, la megalomanía y el desenfreno ha sido siempre el abuso, la violación, la miseria, la oscuridad, el exterminio. Bastaría con medio revisar períodos como el de Stalin, Mao, Pol Pot, Fidel, Kin Il Sung entre algunos y los veríamos repetidos en este momento tan aciago que resistimos, donde el mal tiene su carta roja de presentación. Sin embargo, los líderes tienen sus momento de insurgencia y hoy, Venezuela, como nunca quizás en su historia, tiene una voluntad que impulsa, una palabra que involucra, una fuerza que te acompaña y una amor que nos seduce, todo lo requerido para que la ruta hasta la libertad no pueda ser frenada por el oscurantismo propio de quien se cree indestructible porque lleva el mal como un estandarte

La realidad siempre ha sabido demostrarnos que, como decía el músico jamaiquino Bob Marley, es mejor morir luchando por la libertad que vivir preso todos los días de tu vida. El opresor jamás reconocerá que oprime, por lo que el oprimido debe hacerle saber que está cansado y que va por su libertad.  Sólo esa explicación percibo en quienes han perseverado marcándonos los derroteros dentro del camino que debemos seguir hasta verlo iluminado, humedecido, sembrado y lleno de rostros que jamás volverán a creer en personajes cuyos pasados este marcado por el resentimiento, el odio, el oportunismo y la traición.

  Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran, decía Voltaire, pero es grato y satisfactorio liberar al necio mostrándole de dónde vienen las cadenas y para qué sirven. Es difícil no sentir miedo cuando el enemigo no tiene escrúpulos, es el caso del usurpador y sus huestes homicidas, pero cuando está en juego el hijo, la madre, la libertad, la familia, el miedo siempre es vencido por la decisión que viene del alma y se transforma en ese oxígeno, que servirá como combustible para impulsar las fuerzas con las que alcanzar y construir nuevos sueños. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario