Del miedo a la acción
Ángel Madriz
Por lo tanto, el miedo al peligro es diez milveces más terrible que el propio peligro.
El
miedo no es un defecto. Es una manifestación de nuestras ganas de vivir.
Sentimos miedo porque estamos en peligro o sencillamente experimentamos la
posibilidad de una derrota final. Sin embargo, el miedo también nos impulsa a
superar cualquier obstáculo que se nos presenta en nuestras rutas para ser
felices. Tener miedo entonces no es ser cobardes, es el punto de partida para
descubrir que somos valientes. Cuando nos damos cuenta de que el miedo nos
consume en la soledad y nos impide luchar por la libertad, surge entonces ese
coraje que nos ayuda a vencer, en un acto íngrimo de compromiso con nuestras
ganas de amar, los azotes de la tiranía. Experimentamos así el valor de saltar
hacia adelante y entendemos que ser valientes no es no tener miedo sino luchar
para vencerlo en un accionar hacia la libertad. Podemos tener miedo pero
descubrir que somos valientes porque decidimos alimentarnos con nuestras
decisiones para desatarnos de cualquier cadena que nos inmoviliza.
El
extraordinario militar y político judío Moshed Dayan dijo en una oportunidad
que la libertad es el oxígeno del alma y estoy convencido que es ese oxígeno lo
que en definitiva está impulsando al pueblo venezolano a actuar pese a la tan
despiadada y monstruosa tiranía que se ha empeñado en esclavizarlo durante
estos últimos veinticinco años. Si vemos la actuación que ha ejercido, el
pueblo venezolano durante estos últimos meses de este 2023, podemos decir,
claramente que ha entendido que sólo liberándose del miedo puede llegar a ser
libre, sólo con las fuerzas del valor podrá rescatar al país de los más
nefastos y destructivos vicios del histórico socialismo oscurantista que, desde
Cuba nos llegó encarnado en la mácula engañosa de la traición. Ya nos lo dijo
Aristóteles una vez en su Política. Sólo superando los miedos se puede llegar a
ser libre.
Cuando
veo que desde la oscuridad, la sequía, la inmovilidad, la enfermedad, el
hambre, la represión, la corrupción, el sadismo, la tortura y la burla se
destruye una nación y que ésta, decide no rendirse; que contrariamente a pesar
de que sufre, padece y muere, deja de rumiar la impotencia, el odio y la
frustración para lanzarse a la calle, olvidando por momentos que la minuta del
poder es la usurpación y con ella se identifica como verdugo, masacrando
cuerpos, destrozando rostros y ensangrentando las calles de un país que una vez
les dio la posibilidad para engrandecerse, concluyo sintiéndome orgulloso,
siento que pertenezco a una raza que está dispuesta a arrancarle al opresor el
porvenir que ha lúgubremente enjaulado en las mazmorras de la indignidad. Y es
que la carta de presentación de la ambición, la megalomanía y el desenfreno ha
sido siempre el abuso, la violación, la miseria, la oscuridad, el exterminio.
Bastaría con medio revisar períodos como el de Stalin, Mao, Pol Pot, Fidel, Kin
Il Sung entre algunos y los veríamos repetidos en este momento tan aciago que
resistimos, donde el mal tiene su carta roja de presentación. Sin embargo, los
líderes tienen sus momento de insurgencia y hoy, Venezuela, como nunca quizás
en su historia, tiene una voluntad que impulsa, una palabra que involucra, una
fuerza que te acompaña y una amor que nos seduce, todo lo requerido para que la
ruta hasta la libertad no pueda ser frenada por el oscurantismo propio de quien
se cree indestructible porque lleva el mal como un estandarte
La realidad
siempre ha sabido demostrarnos que, como decía el músico jamaiquino Bob Marley,
es mejor morir luchando por la libertad que vivir preso todos los días de tu
vida. El opresor jamás reconocerá que oprime, por lo que el oprimido debe
hacerle saber que está cansado y que va por su libertad. Sólo esa
explicación percibo en quienes han perseverado marcándonos los derroteros
dentro del camino que debemos seguir hasta verlo iluminado, humedecido,
sembrado y lleno de rostros que jamás volverán a creer en personajes cuyos
pasados este marcado por el resentimiento, el odio, el oportunismo y la
traición.
Es difícil liberar a
los necios de las cadenas que veneran, decía Voltaire, pero es grato y
satisfactorio liberar al necio mostrándole de dónde vienen las cadenas y para
qué sirven. Es difícil no sentir miedo cuando el enemigo no tiene escrúpulos,
es el caso del usurpador y sus huestes homicidas, pero cuando está en juego el
hijo, la madre, la libertad, la familia, el miedo siempre es vencido por la
decisión que viene del alma y se transforma en ese oxígeno, que servirá como
combustible para impulsar las fuerzas con las que alcanzar y construir nuevos
sueños.
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