lunes, 14 de febrero de 2011

Tríptico rotativo
Tres poemas para tres formas de amar
Ángel Madriz

A continuación comparto con Ustedes tres poemas que durante muchos años me han acompañados en diferentes circunstancias; desde las alegrías más intensas, las más inolvidables tristezas, hasta las más disímiles expresiones emocionales de la gente que a mi alrededor, ha tenido la posibilidad de desarrollar la diversidad de esos afectos. Los traigo hoy, un día que ha sido convertido en un momento en el cual se puede decir y sentir cualquier cosa y no recibir más que gratitud.






Elegía a la muerte de mi madre

Al último beso hemos llegado
sin campanas, sin risas sin amaneceres.
Hemos llegado como se llega simplemente
al último escalón del adiós enrarecido.

Es tarde en las ruinas de este siglo.
Tu historia va en la medianoche.
Esperando llevar sobre el recuerdo
el sabor temprano de la ausencia.

Las horas me disputan tu cuerpo
entre mis dedos,
espuma negra que se esparce lentamente.
Disipan con la espera el querernos,
nos pierden el ganarte de la tierra
y aún no termino de poner sobre tus ojos
el canto de mi amor enrojecido.

A la partida hemos llegado…
a la distancia dolorosa del vacío,
al inevitable olvido de las cosas
que me esperan
en el atardecer más claro de la vida.

A los soles de ojo hemos llegado
a la muerte de todas las palomas
al abrazo dejado en tus cabellos
al crecimiento de tu voz en la memoria.

Tus ojos, pluma y velas,
sol de todos los caminos
me miraron al sentir la lejanía,
y con el último tiempo
que se deja lo querido
cerraron en medianoche tu presencia.

Cayeron al mar a la piedra a la distancia,
dejando entre el polvo de tu tembloroso cuerpo
que se esfuma,
un grito de cayenas
un entreabierto fuego de tristeza
una lejana almohada de sueños presentida
un niño de mentiras en busca del amor.

Mi madre se no muere y no es posible
amanecerla de playa, de dalias de chiquillos,
se nos muere precisamente en el instante
más doloroso para amar y ser amado.

Mi madre se nos muere como lluvia.
Como lago de peces se disuelve.
Llevando en la mirada un amanecer de humos imprecisos.
Dejando entre los pájaros
la tierra los árboles los tiempos
su blanca y dulce calavera.

Maracaibo, 1977



Descripción amorosa

Quiero tu piel bajo la lluvia
pegada como sueño a mi camino.
Llena de aromas que vuelvan de otras tierras
como paloma errante de mis ojos.

Cambio el mar por tu cabello,
dejo las olas y me detengo en tu mirada.
Habrás nacido de nuevo y te poseo
como una música saltando en los recuerdos.

Te tengo incrustada entre los labios
que pronuncian múltiples veces tu presencia.
No me separo de tu olor inextinguible,
lo mantengo en el sabor de tu partida
en tu saliva inexplorada por mis besos
en las mañanas que te traen a mi cama.

Quiero tu piel y tu color sobre mi cuerpo,
hacerme oasis para que llegues a beberme.
Pienso en el jugo infinito de tus pechos
y me vierto a tus huellas más distantes.

¿Dónde tus piernas y caderas
verterán el sudor que necesito?
¿En qué lugar del mundo y de la vida
podré encontrar las marcas de tu lengua?
¿Habrá campanas en tu risa clandestina
o quizás estrellas incontables para amarme?

Te brindo el canto de mis horas y mis días.
Te ofrezco un baño de cien amaneceres.
Y mañana, cuando salgan los chiquillos,
a mirar la ausencia de tu figura en la vereda,
estaré de guía por los pájaros azules
que de tus ojos me traerán la espuma.

Maracaibo, 1978




Tener amigo

Terner amigo
es un triunfo de amor sobre la ausencia.

Tener amigo
es un estar sobre la orilla del mar
y consumir la soledad toda del aire que navega.

Tener amigo
significa una esperanza de alcanzar
la presencia total de firmamento
manipular los astros al salir el sol
despegar un sin retorno de infinitos adioses
apresar la violenta luz de las estrellas
enriquecer los impulsos conocidos de toda la historia
parecer un espacio de ser concluido, feliz o parecido.

Tener amigo
es el letargo de la última confusión del alma
su conclusión insuperable, el fin de su brillo.
Darse uno cuenta del amanecer que está en tus ojos
diseminar las proteínas de la lealtad,
aprender a sofocar el calor de los secretos
desenmascarar la duda que nos evapora
los recuerdos infinitos de nuestra niñez.

Tener amigo
es un retorno a los aromas de los patios jugados
es el regreso al ritmo de las escuelas estudiadas
es una regresión al portón de antiguos besos
la huída al último puesto de la desesperación.

Tener amigo
en fin
resulta largo de decir
eterno de contar
imposible de olvidar.

Maracaibo, 2008