martes, 26 de abril de 2011

Tríptico rotativo

Antípodas correspondientes

Ángel Madriz

Mirad cual amistad tendrán con nada

El que en todo es contrario de sí mismo.

Francisco de Quevedo

1

De héroes, amigos y espadas. Un sainete bajo la manga. Los tres primeros meses de este año fueron estremecidos por la rebelión de millones de africanos, quienes impulsados por nuevas aspiraciones para asumir el presente, decidieron irrumpir contra una camada de gobernantes, que desde las más alienantes ópticas para concebir el ejercicio del poder, se habían apoderado de los derechos de millones de congéneres para hilar la historia a partir de un copioso y perpetuo despliegue de represión, mientras las marcas de un despotismo macerado en ego registraba la insania de unos regímenes cuya permanencia ha sido justificada durante los últimos veinte, treinta, cuarenta y hasta cincuenta años, por una precaria y elemental argumentación esquizoide medianamente comparada a la de los más acendrados tiranos de la historia universal del despotismo. Si después de toda una vida encuentran estos turbios y adocenados personajes, que en los confines de sus toscas madrigueras políticas existe una vertiente renovada de personajes opuestos a sus ominosas prácticas gubernamentales; si cuando comienza a aquilatarse el siglo, con sus rítmicas y dramáticas manifestaciones terrenales alumbrando un porvenir que impone nuevas conquistas para redefinir la libertad –el hombre se renueva cuando la tierra se autorregula-, los discursos activos de irrespeto a la modernidad y la diversidad, repetidos sistemáticamente en los espacios de la perpetuidad dinástica, comienzan a dar paso a nuevas retóricas, cuya semántica es la acción irreversible del desacato, de la emergencia, de la reversión. Así entonces lo que comenzó siendo un espacio para el inconformismo, devino en acto social y se impuso como una semiótica de la subversión. El caso de Egipto puso a prueba la decadencia de un régimen que se mantenía en el poder por obra de acuerdos geopolíticos internacionales que, en su justo momento se encontraron con la sabia razón de un pueblo que buscaba su protagonismo en los espacios de la libertad. Con la renuncia de Mubarak y la inevitable diseminación de los aires libertarios entre sirios, jordanos, tunecinos, argelinos y demás vecinos en estado de sublevación, el talante genocida de Muamar el Gadafi se cataliza y un miedo ancestral a la justicia lo desnuda ante el pueblo que lo ha soportado por cuarenta y dos años decidiendo su destino, impulsándolo, como todo buen cobarde, a desplegar las fuerzas de su poder desproporcionado y lanzar sobre él una ofensiva militar que en nada se diferencia de la más rancia actuación del poder imperial en sus mejores momentos. El mundo asume la perorata que oculta además de su cobardía, ese cultivado gusto por los dólares que caracteriza a todo advenedizo entronizado en los resquicios del poder absoluto con la ayuda de los cadáveres que en su justo momento, hoy, tratan de mellarle el filo de la autosuficiencia. Queda el humo de algunos bombardeos que tratan de mostrarle el nuevo equilibrio en donde nada el terror a los kamikazes y suicidas modernos, que para los imperios es una consecuencia más del negociado al que no deben sucumbir. Y para variar, desde el podio mismo de la complicidad, surge la voz engolada y estertórea del donador de espadas, carraspea un reflujo de desórdenes intemperantes, inculpa cualquier aire diferente a sus seniles bravuconadas para convertir en ángel redentor a ese petulante, narcisista, sátrapa y déspota dictador libanés.

Y mientras la espada de Bolívar es empuñada, más allá del Chimborazo, para exterminar la disensión, la otredad, la diversidad, en nuestros predios la lucha es por la razón a tener un país en donde no se monopolice el derecho a pensar libremente, en donde no se aliene el concepto de libertad, en donde no se estigmatice la aspiración a vivir en plenitud –tener trabajo, tener buenos salarios, tener una vida cómoda, tener sistema moderno de salud, tener universidades para todos, tener liceos y escuelas íntegras, tener seguridad para vivir-, en fin, una lucha por la consecución de un país en donde todos seamos respetados, escuchados, atendidos y no tengamos que cocernos los labios, languidecer en huelgas de hambre, ser apedreados por los que en antaño defendían los mismos derechos, exponían los mismos argumentos, aspiraban a las mismas reivindicaciones, vislumbraban los mismos sueños…Sin pañuelos rojos, sin carpas orientales, si patria o muerte, sin comandante presidente, sin interventores de juzgados y notarías, sin milicias partisanas en cada escuela, sin diplomáticos envilecidos y herméticos de pasado, sin eso que suele llamarse revolución y que no es más que un saludo devaluado al arribo de la sumisión, el estatismo, el poder de la egolatría y el advenimiento de la pobreza, el miedo y el silencio. Recordemos el poder de los soviets, el segregador muro de la RDA, los suicidas balseros cubanos, los enmudecidos milenarios de la China –los de la socialista, los de la capitalista abundan en rascacielos-, no hay posibilidades de enriquecer el presente si el pasado es visto como una rémora. Dejemos que el guión del poder heredado, del estado dinástico sea ejecutado en peno mar de la felicidad y más allá de ultramar, entre aplausos y decrepitudes, rumbas y senilidades; entre un miedo a convertirse en miseria histórica y perder el dulce de la abundancia. Esperemos que baje el telón.

Rotación de 1: Resultan una muestra interesante de disociación en el miedo y por el miedo, las constantes defensas que se hacen de la creación de unas milicias venezolanas que, desde las escuelas y otras instituciones del estado, pretendan imponer, paralelamente a la educación regular, una “educación para la defensa integral de territorio y la soberanía”, cuando el país requiere que nuestros docentes tengan la oportunidad para una formación intelectual continua e innovadora, así como el acceso a una mejor calidad de vida, a partir de un replanteamiento en sus sueldos y seguridad social.






2

Alcaldesa y ciudad sin esplendor. Gobernador y ¿pacto? La dama de las palmeras y el señor de los aullidos. Protestas y más protestas. Reclamos y más reclamos. Levantamientos y más levantamientos. Parece que el fantasma del inconformismo recorre el país. El Zulia, sin embargo, camina cabizbaja, respira entrecortada, jadea, se asoma a la puerta y siente que está mal de salud, que el calor ha terminado por cansarla y hacerle daño. Ya no es su aliado. Y todo nos indica que Maracaibo está decepcionada de ser, siempre para todos, la protagonista del país occidental. Hoy acusa el recibo del sectarismo, la complicidad y el caudillismo. Toda ella es una doble vía donde está desplegado un operativo para encontrar una forma alterna de gobierno al estilo más ranciamente personal, como Dios manda. Desde su posición de burgo maestra, la alcaldesa que acomoda sus palmeras –según dicen algunos de sus asiduos “operadores políticos” o acólitos de oficio que se apoltronan, también asiduamente, en las salas de su lar- en los solares brillantes de su casa, olvida que la ciudad de sol amada requiere hoy, más que nunca, de algo más que calles y aceras, pide a gritos que terminen por convertirla en la ciudad alternativa, que más allá del regionalismo del beisbol, la gaita y La Chinita, pueda mostrar una razón de ser identificada con lo universal. De allí que estemos a punto, como ciudadanos comunes, de interferir los derroches abusivos que las caravanas oficiales suelen expresarse a cualquier hora, en cualquier sitio, sin importar la coyuntura y sin tomar en cuenta los problemas causados a nuestra cotidianidad, dentro de una rutina de huecos, violencia, sucio y anarquía. En eso compiten nuestra “Dama de las palmeras”, como suelen llamar a la ex primera dama del Zulia y el inconfundible habitante del Palacio de los cóndores, el gobernador Pablo Pérez, quien además de derrochar presencia en las ya conocidas flamantes camionetotas negras, deja constancia de su provincianismo expresivo –las marcas de su habla superan las de cualquier ser identificado con el regionalismo pacato de estos lares- a través de sus emuladoras cadenas populistas, se transforma en un extraño de viajes innecesarios (¿Perú o Panamá?, lo mismo da), cediéndole espacio a quien cambió los logros de la descentralización por un puesto en donde poder calmar el despecho de su ambición. Ggallina flaca incluida.

Para nadie es una sorpresa que en los dos últimos años el estado Zulia se haya convertido en una sombra, que haya perdido el brillo de estado disidente, para pasar a ser un reducto de sectarismo, prepotencia y mediocridad. Y todo, con la aprobación de los supuestos notables de nuestra región. Para muestra, los invito a revisar la larga o corta lita de quiénes están en los puestos de gobierno tanto municipal como estatal. Y mientras se decide en manos de cual bando quedará la mesa de de la unidad (MUD) acobijada, nuestra alcaldesa tan sólo cubre los ojos de nuestros viejitos con los lentes de la tristeza y nuestro gobernador impone, entre nasales eres y palatales enes, medallas y honores a la rancia y sempiterna ciudadanía maracucha. Las elecciones serán cosas de caudillos. Miraflores y la Basílica.

Rotación de 2: Mientras deciden nuestros gobernantes regionales quien debe ser por UNT el candidato a Miraflores, Maracaibo es hoy un monumento a la desidia. La basura, las calles rotas, la delincuencia, el caos vehicular y la anarquía en cualquier ente de atención al público son su tarjeta de presentación. Hasta la gaita ha perdido su talante pretencioso ante el imperio de la mezquindad partidista.





3

Universidad, LEU y transformación. Entre el PEI y la huelga de hambre. Siempre la poesía tiene argumentos infalibles para revelarnos, como somos y como queremos ser, ante la inminencia de la vida. Neruda decía, sin esperar respuesta alguna ni réplica para justificar la acción: “Mientras los otros se sumergen/ en la pereza, en el amor/ yo estoy limpiando mi campana/ mi corazón, mis herramientas”, y con sus obligaciones, se iba ese concepto de solidaridad para la cual escribió los mejores poemas que hoy podemos disfrutar en el solaz del confort o simplemente en las vicisitudes de nuestro inescrutable ocio. Mientras que frente a la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un grupo de jóvenes estudiantes de nuestras universidades, arriesgaban sus vidas, comprometían sus ciudadanías, ponían al servicio del país sus fuerzas para defender la libertad, la justicia y el derecho a la diversidad, en los espacios que debían ser ocupados por ellos –salones de clases, laboratorios, auditorios, facultades, escuelas, pasillos, estacionamientos- se libraba una contienda de papeles, carpetas, sellos húmedos, PDFS y otros adminículos más con los que nuevamente nuestros gobernantes hacían que el trabajo de los universitarios se detuviera en los predios del reconocimiento y su definida tarifa trimestral. En el mismo instante en que una joven de 18 años suturaba sus labios, la academia venezolana era detenida por la acción premeditada del PEI –Programa de Estímulo a la Investigación-, el cual desconocía toda una labor de registro que por varios años se realizó para reconocer el desempeño de los investigadores venezolanos y obligaba al personal académico de nuestras universidades a demostrarle nuevamente a unos burócratas desconocidos si lo que indagan, piensan y concluyen vale la pena o no. Y nuestros docentes, al pie de la letra, asumieron una obediencia que podría ser envidiada por los más siniestros autócratas de la historia universal. Paralelo a ello, entre deseos y desconfianzas, la discusión sobre una ley de universidades que pueda marcar las vías de la transformación universitaria –me identifica con estos últimos- fue relegada y se impuso lo inmediato, lo cotidiano, lo elemental.

Pienso que la real reivindicación debe ser concebida en un tratamiento integral de la condición docente, en donde lo salarial sea tan importante como la productividad intelectual tangible (libros, artículos, revistas, patentes, proyectos ejecutados y en ejecución, eventos para la discusión científica cultural artística, etc.), sean caras de una misma realidad y no facetas que se desdibujan si una es desconocida frente a la otra. Lo contrario sería legitimar la propuesta de que el docente no debe pelear por un mejor salario, sino sacrificarse ante la pira del igualitarismo. Verborragia oficial que no pondera los aportes de sus bien pagados oficiales gubernamentales.

En cuanto a la LEU, siempre lo he dicho. Ninguna ley nos asegura la universidad necesitada. Para ello debemos tener claro, primero, cual es el país que todos debemos ser, o que necesariamente requerimos. Debemos definir sin mezquindades cuál debe ser el país que en tanto tiempo, cumpliendo tales metas y con la participación honesta de todos, sea capaz de satisfacer las expectativas más esenciales de bienestar y felicidad. Para ello debe establecerse como axioma esencial, una política de concertación que trascienda la elementalidad ideológica y se ajuste, a la participación proporcional de los diversos sectores de la vida nacional. Lo otro es hacer lo que hasta ahora nos ha comprometido el porvenir, dejar que una parte del país sea la que decida hacia donde debemos dirigir nuestra mirada y en quien tengo que depositar mis esperanzas. Algo así que nos enreda, desde el sectarismo, la soberbia y el despotismo, con una historia transitada por la vía del fracaso, la tristeza y la sumisión. Sobran los ejemplos.

Rotación de 3: “La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”, dijo una vez el extraordinario autor de la novela La canción de nosotros Eduardo Galeano, quien dentro de su páginas hace una hermosa descripción del amor y la libertad. A propósito de ello, creo que eso de justificar, como lo hizo la dirección del PSUV a través de uno de sus diputados más imponderable, el donativo que hiciera el presidente Rafael Hugo Chávez Frías a un hospital de Uruguay, en medio de una huelga de hambre que mantienen enfermeros y médicos venezolanos por un salario justo, dotación de insumos en los hospitales y algunos otros requerimientos fundamentales, nos parece un acto de extrema soberbia y rabioso desprecio por la vida del trabajador venezolano. Para no hablar de actuaciones que para nada modelan el ideal solidario. Creo que nuestras universidades también requieren de una mirada comprometida

Que ayer y hoy sea siempre poesía

Poemas de Lina Torres

Ángel Madriz


Definitivamente la poesía tiene su justificación en la totalidad de vida que asumimos como poeta y la confesamos o, como suele suceder casi sin darnos cuenta hasta que el libro es publicado y cada poema nos reencuentra con episodios pasados, presentes o deseados en el futuro más cercano. Si, la poesía y más aun esa que escribimos porque se nos agolpa en cada palabra que no pronunciamos, en cada idea que es relegada para “otro día”, en cada suceso que nos hace reír-llorar-amar-odiar-morir-renacer en cada suspensión de la m irada para dormir y olvidarnos, por instantes de que somos seres con sangre a punto de salir expelida en brotes de esperanzas o en reductos de fracasos. Si, esa poesía se parece mucho a cada instante que vivimos aunque sea una promesa que nos hace cualquier amigo, amante o ciudadano cualquiera. Es de carne y hueso. De ciudad perdida. De calor suturado a nuestra alma. De olvido inesperado. De razón de ser aniquilado por el tedio. En fin, ella, esa poesía, no podría existir si no somos un jirón de fracaso amoroso sustancial. Es que para ello la poesía tiene el valor de las primeras promesas, de las infranqueables soledades, de las inimaginables sucesiones existenciales –esas por las que recordamos la inminencia de cada una de nuestras entregas- que nos llevan a la ruptura, al adiós, a la separación que se dilata y espera pero que al doblar el recuerdo se repara, da la bienvenida y se reencuentra. Y luego desdecimos de cada episodio retornado a nuestras memorias, la del ayer y la del hoy, la del mañana es tan dolorosa que se desdibuja en nuestros propósitos. Así la poesía es la reconstrucción del itinerario interrumpido, con la que al final terminamos por armar una ruta paralela que nos hace nuevamente apetecibles, nuevamente esenciales y maravillosos de piel y esencia curtidas. Así son estos poemas que Lina Torres organiza en su libro Ayer sea hoy de la Colección Cal y agua, editado por EDILUZ en julio de 2008.. Puede que de obvia, nuestra historia personal sea el conector entre la palabra que nos universaliza y la historia que nos ubica. Cada día me convenzo más de que el amor en poesía es la muestra más significativa de que son las situaciones vivenciales que más nos asemejan con los seres humanos del mundo que los estados o condiciones que nos diferencias. Sentir la ausencia del amante, experimentar su inapetencia, soportar su mutismo, vivir a su lado sin encontrarlo apto para reconocernos, significa un sigilo perenne para no terminar por descubrir el inminente desamor. Significa redundar sobre la esperanza de rescatar lo que se pierde después de varias décadas inventariadas. Algo así son los poemas de Lina y entonces el Ayer es una excusa para no terminar resignados en las puertas de la separación absoluta. Ayer que es de sustancias amatorias, de líquidos vitales, de esencias corporales, pero fundamentalmente de contenidos históricos irreversibles. Es el Hoy que nos lanza su atado de edades, su red de impaciencias, su abundancia de experiencias, en fin, su inagotable fuente de recuerdos que es el poder para existir. Lina hace afortunadamente que la expresión, entonces, sea el lindero entre la confesión intrascendente y la vivencia insoslayable de toda poesía siempre. Una poesía en la que se nos permite tener un tiempo para recapacitar y retomar el sendero de nuestro destino.


lunes, 25 de abril de 2011


Antologías Personales



La vida en tres tiempos

Poemas de Ángel Madriz

Existen dos momentos de asumir la palabra: el primero, como simple instrumento para manifestar estados anímicos, a través de metáforas lúdicas y prefabricadas sin el consen- timiento de compromisos de ninguna especie y por tal, desde luego, desprovisto de proposiciones válidas que puedan manifestar su momento histórico: es evidente que existen diversas formas de enfrentar la ubicuidad, ya como portador de un mensaje social, o simplemente a nivel lingüístico. El otro momento consiste en retomar la palabra tal y como es y darle forma dentro de la configuración del poema, hasta que ésta vaya adquiriendo el matiz necesario y justo, sin el aspaviento de dar estilos cargados de magnificencia retóricas, pues, en todo caso, el hecho consiste en abrir una puerta a la posibilidad de nuevas aventuras a riesgo de contravenir las instancias tradicionales.

El libro comprende tres partes imbricadas con la cosmo-visión de un poeta-hombre, que prefiere desandar a partir de sus primeras vivencias y carente aún de la praxis vivencial, hasta el hombre cargado de múltiples dramas dolorosos de la vida, porque precisamente, el acto de poetizar no puede ser, ni puede quedarse solamente en la mera complacencia, o mejor, ser copartícipe de la retórica vacua, a espaldas de la Historia..

En efecto, en la primera parte el poeta exalta a la Madre; es una dedicación amor maternal en la cual hay una reflexión referente al origen y que a su vez se enfrenta al mundo, a la ciudad y a la Historia con un manejo del lenguaje lexical de trascendencia universal.

La segunda parte está dedicada al Padre, donde se capta sintomáticamente la valoración del mundo en la cual ya no está presente el párvulo debatiéndose frente a la áspera cotidianidad, sino, el hombre maduro, con la experiencia necesaria como para hacerse sentir y hacer sentir el mundo que le rodea y, por último, la tercera parte, el hombre ya posee el tacto suficiente para valorar el mundo objetivo de la ciudad, pero no como lo plantea Hegel, de que "Sólo es bello aquello que encuentra su ex- presión en el arte, en tanto sea creación del espíritu: lo bello natural no merece este nombre más que en la medida en que está relacionado con el espíritu", sino más bien como un hombre contaminado por el proceso del devenir histórico desde cuya pers- pectiva asume su rol vivencial, comprometido con los aspectos políticos y sociales que son en consecuencia, la materia prima de que se nutre y se evidencia -como poeta- de una estética que verifica la .síntesis del mundo habitado por gente y no por fantasmas poetizables y nada más.

José Parra Finol
11-10-89






Selección de la Vida en tres tiempos

Primer tiempo

A No la Elena, mi madre

I

Verificación de la existencia

1

Una palabra puede derramar el mundo en que vivimosdesde lavas inmemoriales. Consumimos los confines egotistas, aniquilar la unidad existencial de nuestras carnes, despertamos del soliloquio macerado con nuestros astros y depositarno frente a la razón plural de ser el universo. -na palabra se puede detener ante este siglo. Decirle de su pasado miserable que instituye argumentos para justificar sus laxitudes. Una palabra es todo lo que tenemos y quizás la oportunidad de conocerlo. No hay excusas para detener pronunciamientos, aunque nuestra historia caiga afásica, con alardes de discursos impropéricos para subsistir. Cualquier palabra puede derrotamos sin esfuerzo mayor, con previo aviso. Puede sin embargo una palabra mejoramos este muladar que es mundo y lo vivimos, por razones míticas que aún permanecen desde las primeras oralidades. Una palabra es ósmosis vital, mi catapulta antropogónica, el juego del cual los ahalorios extráennos al fuego de la eternidad providencial.

II

Del tiempo y sus conjuntos

3

¡Cómo pasa el tiempo tan rápido y sin quererlo! Yo nosmiro palidecer ante el oráculo infrangible de este siglo. Oscuridades tormentosas serán las abluciones hipócritas de abandonistas sucesorios. No podía la esperanza, arrebatarle la posición absolutista de instaurar el nepotismo, que en horizonte obtuso, levantaría esta miseria de memoria y de presente. Atravesada estaba por conjuros cosmogónicos, que vinieron asentándose desde el grito libertario iniciático. Es entonces hora para imponer desesperanzas. Desinhibir la potencialidad del pesimismo. Expandirse cual espasmo solar, entre la filaria gigantesca vigilándonos. Decantar el porvenir opreso y brindarlo, como solución única a nuestros depredadores. Porque la hora de revivir nuestro acervo vivencial, está en manos de la mentira antropogónica... Estirpe de un proyecto ciudadano diluído por el muladar, que rindió probidades ajenas al asesino versado en el acto castrense de la muerte. Y sin aviso colectivo, a espaldas de razones patrióticas obligadas, surgió la abolición de amor lo terreno cotidiano, que es hoy, raíz aciaga de la enajenación patrimonial. ¡Cómo pasa el tiempo y nos abisma, sin conmiseración por los nacientes, hasta el lodo de odio recordando la indefensión para vivir libres de pasados abyectos. Yo, nos compadezco por cada paso que perdemos en reconstruimos una Historia.


Segundo tiempo

a Ángel Custodio, mi padre

Sobre el camino de la vida

3

Con la argucia y la paciencia de los corazones valientes,pude imponerme a los esquilmos ingénitos de la naturaleza senil. Había sido testigo de sus declinaciones mórbidas, cuando trataba de obtener la preceptoría del mundo púber que apenas delectaba. Manejaba el usufructo que la perfidia, obtenida en trueques nefandos con la ingenuidad. No había en mis conductos existenciales, lenidad alguna para compunciones pueriles, mientras pendía la necesidad impostergable de resarcir nuestras miserias sociales. Tú, allende el híbrido pasado de la excelsa estoicidad humana, os miras la oquedad obsesa, émula de una historia que transmutaría en prorrateo de capitulaciones persistentes. Tú apología patriarcal del populismo patriotero, encuestada por los historiadores de nuestros holocaustos, os miras tus jirones de esperanza, las amputaciones del alma que vuestros convictos dejaron cual óbito punible, en el paradigma de la felicidad incauta. Más, si cualquier mañana futurista puede impermeabilizar nuestras desafecciones por el núbil lago que dispone sus coordenadas cerriles -lo sabemos por su existencia disoluta-, podremos rescatar los huesos remotos que permanecen en el Ínclito furor de la palabra. Allí estará, semejante a una ninfa fraguada por la poesía, la primera razón para desenmascarar la risa ... el no límite verbal de nuestra vida.

Tercer tiempo

a José Luzardo, a los amigos, a la ciudad-

V

Días aciagos

3

Cualquiera puede mostrar sus condecoraciones poéticas, lanzar al mar una metáfora y encontrarse con una docta formación académica. Cualquiera en estas décadas de auxilio puede encontrar la veta lenitiva de la violencia literaria, humillando el barro crudo e incestuoso que subyace en nuestras pieles, como una oruga en pos de la quiebra lexical. Cualquiera en este país de aguas infinitas, puede elaborar una noria inusitada de expresiones imprevistas y poseerse, en un instante, la sensorialidad voluble de egregios veredictos. No pueden sin embargo, livianos proselitistas del vocablo hiperestésico, extraer la sangre cerril del intelecto, que muestra solamente las roturas de la vida.

7

El silencio será canjeado por amor y volverán las alegres formas de la felicidad a pasearse solitarias por las veredas prolíferas que el mar humano conformará con sus victorias. Será una era incontenible de palabras derrumbando las esfinges míticas de una ciudad obsesa en mutaciones objetuales. La Ontología caerá llovida en pútridos argumentos de desaparición irrevocables. La humedad que nos evidenciará como clase genética de la esperanza tendrá su panacea verbal en la reflexión vital y el lenguaje sumo. Verterán los advenedizos sus últimos sudores y caerán fulminados por el nadir augusto de la reivindicación intelectual. Surgirá una homocéntrica provincia con vigores futuristas y de ella aprenderemos a conducir el galeón de nuestros cuerpos emotivos. Final irreversible para este muladar de cosas asumiéndonos.

lunes, 14 de febrero de 2011

Tríptico rotativo
Tres poemas para tres formas de amar
Ángel Madriz

A continuación comparto con Ustedes tres poemas que durante muchos años me han acompañados en diferentes circunstancias; desde las alegrías más intensas, las más inolvidables tristezas, hasta las más disímiles expresiones emocionales de la gente que a mi alrededor, ha tenido la posibilidad de desarrollar la diversidad de esos afectos. Los traigo hoy, un día que ha sido convertido en un momento en el cual se puede decir y sentir cualquier cosa y no recibir más que gratitud.






Elegía a la muerte de mi madre

Al último beso hemos llegado
sin campanas, sin risas sin amaneceres.
Hemos llegado como se llega simplemente
al último escalón del adiós enrarecido.

Es tarde en las ruinas de este siglo.
Tu historia va en la medianoche.
Esperando llevar sobre el recuerdo
el sabor temprano de la ausencia.

Las horas me disputan tu cuerpo
entre mis dedos,
espuma negra que se esparce lentamente.
Disipan con la espera el querernos,
nos pierden el ganarte de la tierra
y aún no termino de poner sobre tus ojos
el canto de mi amor enrojecido.

A la partida hemos llegado…
a la distancia dolorosa del vacío,
al inevitable olvido de las cosas
que me esperan
en el atardecer más claro de la vida.

A los soles de ojo hemos llegado
a la muerte de todas las palomas
al abrazo dejado en tus cabellos
al crecimiento de tu voz en la memoria.

Tus ojos, pluma y velas,
sol de todos los caminos
me miraron al sentir la lejanía,
y con el último tiempo
que se deja lo querido
cerraron en medianoche tu presencia.

Cayeron al mar a la piedra a la distancia,
dejando entre el polvo de tu tembloroso cuerpo
que se esfuma,
un grito de cayenas
un entreabierto fuego de tristeza
una lejana almohada de sueños presentida
un niño de mentiras en busca del amor.

Mi madre se no muere y no es posible
amanecerla de playa, de dalias de chiquillos,
se nos muere precisamente en el instante
más doloroso para amar y ser amado.

Mi madre se nos muere como lluvia.
Como lago de peces se disuelve.
Llevando en la mirada un amanecer de humos imprecisos.
Dejando entre los pájaros
la tierra los árboles los tiempos
su blanca y dulce calavera.

Maracaibo, 1977



Descripción amorosa

Quiero tu piel bajo la lluvia
pegada como sueño a mi camino.
Llena de aromas que vuelvan de otras tierras
como paloma errante de mis ojos.

Cambio el mar por tu cabello,
dejo las olas y me detengo en tu mirada.
Habrás nacido de nuevo y te poseo
como una música saltando en los recuerdos.

Te tengo incrustada entre los labios
que pronuncian múltiples veces tu presencia.
No me separo de tu olor inextinguible,
lo mantengo en el sabor de tu partida
en tu saliva inexplorada por mis besos
en las mañanas que te traen a mi cama.

Quiero tu piel y tu color sobre mi cuerpo,
hacerme oasis para que llegues a beberme.
Pienso en el jugo infinito de tus pechos
y me vierto a tus huellas más distantes.

¿Dónde tus piernas y caderas
verterán el sudor que necesito?
¿En qué lugar del mundo y de la vida
podré encontrar las marcas de tu lengua?
¿Habrá campanas en tu risa clandestina
o quizás estrellas incontables para amarme?

Te brindo el canto de mis horas y mis días.
Te ofrezco un baño de cien amaneceres.
Y mañana, cuando salgan los chiquillos,
a mirar la ausencia de tu figura en la vereda,
estaré de guía por los pájaros azules
que de tus ojos me traerán la espuma.

Maracaibo, 1978




Tener amigo

Terner amigo
es un triunfo de amor sobre la ausencia.

Tener amigo
es un estar sobre la orilla del mar
y consumir la soledad toda del aire que navega.

Tener amigo
significa una esperanza de alcanzar
la presencia total de firmamento
manipular los astros al salir el sol
despegar un sin retorno de infinitos adioses
apresar la violenta luz de las estrellas
enriquecer los impulsos conocidos de toda la historia
parecer un espacio de ser concluido, feliz o parecido.

Tener amigo
es el letargo de la última confusión del alma
su conclusión insuperable, el fin de su brillo.
Darse uno cuenta del amanecer que está en tus ojos
diseminar las proteínas de la lealtad,
aprender a sofocar el calor de los secretos
desenmascarar la duda que nos evapora
los recuerdos infinitos de nuestra niñez.

Tener amigo
es un retorno a los aromas de los patios jugados
es el regreso al ritmo de las escuelas estudiadas
es una regresión al portón de antiguos besos
la huída al último puesto de la desesperación.

Tener amigo
en fin
resulta largo de decir
eterno de contar
imposible de olvidar.

Maracaibo, 2008

martes, 4 de enero de 2011

Tríptico rotativo
Lógica contradictoria
Ángel Madriz

La libertad consiste en reconocer los límites
Krishnamurti


1

Una razón para disentir. Para salvar el pellejo. En 1968, ante la invasión de Checoslovaquia por parte de La Unión Soviética y mientras los tanques dinamitaban la hermosa Primavera de Praga, Jean Paul Sartre sufre la inminencia de la desilusión: el apoyo de Fidel Castro a dicho acto imperialista, mientras que las protestas estudiantiles que se oponían a dejar en los cuarteles del ejército rojo sus renovadas esperanzas de libertad son desconocidos por el líder latinoamericano que, después de diez años en el poder, no había podido cumplir con las insistentes promesas de bienestar dentro de su revolucionaria isla, en donde sólo el “patria o muerte, venceremos”, retumbaba en todos los rincones, en todas las playas, en todos los hogares como un himno de lucha que poco a poco se fue transformando en sentencia intimidatoria, declaración despótica y en sentencia al disenso, a la otredad . Atrás del autor de La náusea quedaría apagado, con todos sus semejantes, su poderoso “Huracán sobre el azúcar”, el cual brevemente devino en viento calcinado de desprecio por la diversidad. Lezama Lima y Heberto Padilla pronto son presas de la paranoia fascista que suele acompañar a toda devoción nacionalista y justiciera que se solaza en el almacigo del poder. Hoy, después de 50 años, la hipocresía queda al descubierto y el elemental juego de la cobardía da al traste con la fiereza que demostraron para conseguir la gloria de los altos mandos y desnuda el pantanal de muertes que, una a una y sin visos de requiebro, como solían hacerlo los broncos asesinos del holocausto, sirven para ilustrar, desde su emblemático “paredón”, una historia de fracasos reiterados. Suele ser así con cualquier proyecto político que se imponga con los instrumentos cacofónicos de una melodía adulante, oportunista, ensoberbecida y ególatra. Fue así en Cuba, en donde los ecos del Mayo francés descubren el individualismo exacerbado de unos ídolos que se hundieron en el lodo espeso que es la traición. Mientras apoyaba la desolación del corazón checo, Fidel y los “barbudos” salvaban sus pellejos e hipotecaban el de la patria a un colonialismo miserable. No necesitamos recordar la muerte de Orlando Zapata, ni la dignidad protestataria de Guillermo Fariñas, para tener la certeza de que estamos frente al ocaso de una otrora y vaga dignidad. Venezuela piensa hoy en su destino. Después de doce años tratando de convencernos de la necesidad de un modelo económico y social que se derrumbó con la perestroika, el muro de Berlín, las zafras cubanas y el capitalismo chino, el gobierno apela a la imposición y desnuda su talante autoritario, al perder la autoridad que le había dado un inteligente manejo mediático, el cual maquillaba toda una institución militarista que ya ha decidido delinearse en franco apoyo al polo totalitario del pasado y decadente socialismo real. Imponer, en pleno devenir del necesario e incierto fututo –la incertidumbre es una extraordinaria opción-, el socialismo a lo soviético, en el que los grandes representantes del buró central resultaron ser grandes mafias que lograron concentrar incalculables riqueza, mientras intelectuales, políticos, amas de casa, padres de familias, maestros de escuela, obreros y gente diversa eran condenados a las carreteras transiberianas en construcción, en donde dejaban sus huesos para conjurar los miedos del dictador, resulta en Venezuela, en estos momentos, la puesta en escena de un guión trágico que devela la descomposición de un liderazgo que ya no tiene escrúpulos, porque la máscara de utilería fue derretida por la objetividad de un país hundido en la corrupción, el estatismo, el atraso educativo, los abusos confiscatorios, las prácticas de un miedo sistematizado por la violencia cotidiana, la imposición de la uniformidad, el cuestionamiento a la creación irreverente y el nepotismo de la infamia. La realidad para la ostentación del poder es entonces el protagonista y hacia él se orientan todas las tramas, todas las secuencias. No se puede seguir ensayando personajes. Se debe acelerar la acción y decidir la escena. “Socialismo, patria o muerte, venceremos”, grita el director y se apagan las luces. Alguna vez creí que la libertad nos llevaría al estado de realización más pura que el hombre puede experimentar. Creí que el porvenir como síntesis de la diversidad existencial se definía con la lealtad, constancia, transparencia y respeto, hoy me avergüenzo de haber acunado la esperanza de que mi país pudiera asilarlo en su historia de manos de una “quinta república” prometedora –eso creí- que no supo superar el esguince de la mediocridad, las mieles del consumo, lo sensitivo de la rutina y las prebendas del poder. Se conformó entonces toda su dirigencia con hacerle loas a su galán de turno para que envilecido decidiera imponer una historia que ya en el pasado era la expresión del fracaso, la muerte, la pobreza y la derrota. Lo que vendrá será la catalización de la esperanza y la disposición para asumir el presente que nos toque porque somos parte de una realidad que dispone lo incierto como vía para la acción que requerimos. Los otros dedicados están a salvar el pellejo (leyes, inhabilitaciones, pluralidad sectaria, pensamiento único, descalificaciones son sus convulsas estrategias). Nosotros, salvemos el de nuestros seres queridos.



2

Entre líderes te veas. Cómo vencer el asombro. Reproducir la realidad de manera objetiva y, por lo tanto, en su verdadera constitución, supone un acto de elemental lógica acciónal. Apreciarla haciendo que cada uno de sus elementos sean actantes legítimos en los espacios de una ética personal, o simplemente convertirla en el reflejo concertado de nuestros instintos, sería la develación del miedo a la intrascendencia, es decir, a lo fugaz, o mejor dicho, temor al vacío y por consiguiente a la irrelevancia de nuestra existencia. Es así como actúa la angustia de vivir, como permanecen las alucinaciones del poder. En el estado crucial en el que vivimos, en donde la univocidad del pensamiento, el desconocimiento e irrespeto del otro, la mezquindad ante los espacios nacionales, la intervención de la privacidad, la violentación de los derechos personales, la institucionalización del miedo y la desaparición del disenso como herramienta cotidiana y como opción para la búsqueda de la verdad –hacerlo es arriesgarse, como solemos hacerlo porque la poesía no es el desmedro de la valentía, a ser incorporados a varias listas de ejecución pausada de las libertad-, no podemos seguir haciendo de la realidad un traje a la medida de cada interés tribal. Desde que el modelo socialista s XXI fue decretado como rumbo para nuestro país se instauraron en él esas viejas fórmulas de fracaso político, económico, social y cultural que por espacio de más cincuenta años arruinaron los sueños de desarrollo de más de mil millones de seres humanos y que entre las décadas de los ochenta – noventa, con la instauración del capitalismo –como modelo económico- en China, la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS, dejaron en entredicho aquel viejo modelo que tan sólo alimentó cruentas confrontaciones entre ciudadanos que sólo tenían el derecho a elegir ser libres para ser felices. Así entonces, expresiones como libertad, dictadura del proletariado, lucha de clases, igualdad social y lucha antiimperialista quedaron desenmascaradas en una reproducción de esa realidad que ya no podía ser “interpretada”, porque la revolución industrial en el descomunal aparato estatal chino, por ejemplo, terminó por acallar a sangre y fuego en la plaza Tian'anmen porque la libertad sólo podía concebirse para incrementar las arcas del libre mercado, mientras el pensamiento debía ser hegemónicamente “socialista – partido rojo”; o porque los grandes magnates petroleros rusos hicieron inmensas riquezas para construir igualdades inequívocas al mejor estilo de Wall Street, mientras la industria militar que dejara como legado Stalin desgajara toda su rusticidad imperial en Checoslovaquia y Afganistán, para solucionar la diferencia de clases ideológicas a la que tenemos derecho, o simplemente, la libertad sea más efectiva en la medida en que la sensibilidad de los seres se acomode a las disposiciones de unos pocos que decidan qué debemos querer, cuándo debemos amar y cómo debemos vivir. Este es el drama. La realidad es una y definida, aunque los métodos de su aprehensión sean sorpresivos, porque el acto de vivir lo es con mayor fuerza. Cuando creímos que las posibilidades de vivir una mejor Venezuela estaban del lado de un proceso misteriosamente clandestino hasta su aparición, nos identificamos con él. El camino hasta el poder suele estar lleno de utensilios y caleidoscopio que la mayoría de las veces nos derrotan la intuición, por lo que solemos ser de anemias y abúlicas decisiones. Sin embargo, después de casi doce años aparentando un cortejo a una patria que requería ser conquistada y que ya es más que una marcha de fúnebre acompañamiento, no hay más oportunidad que reconocer el amortaja miento. Si inicialmente teníamos un presidente sobrio, frugal, contestatario, ñángara pues pero austero y familiar, hoy, cuando sus promesas son el estribillo de una retórica comprimida y desgastada, él mismo nos resultan nuestro Comandante Presidente, con todo y traje verde oliva, empachado del rojo convencional de los comunistas del mundo. Y ya no hay más que entender, por lo que resulta odioso y repugnante ese discurso ambiguo de una plural libertad sometida al pensamiento, partido y expresión única. Todo lo demás es demagogia y trampa ideológica. Así entonces, salvar el pellejo resulta comer con los Chavistas boys que deciden por donde debe ir los detalles del país, obviando los corazones ideológicos si es que existen. Aplacar las feromonas del inconformismo. Amolar los enseres que se usarían en el banquete y olvidarse de los orígenes y los compromisos al pie de los principios. Ha sido así y por lo tanto me da vergüenza reconocer que algunas veces tengamos que coincidir con los arpegios estridentes y raspacanillas de unos dirigentes que exigen sacrificios en medio de la gran comilona que les ha resultado el país. ¿Hasta cuando Chávez? vociferan, mientras responden desde los Balckberrys el llamado a la franquicia de la componenda…y muchas veces son hechas por los llaneros de la nueva oligarquía. Ser de la oposición es siempre un buen negocio que nos traslada a los predios del imperio, en donde las maletas, los trajes de baño, las gafas y los itinerarios, se confunden en multicolores formas de amar al imperio, con chorros de tarjetas bolivarianas que se tramitan en las desdibujadas oficinas de nuestro país. Cuesta poco sacar la visa si nos hacemos el tonto o simplemente reverenciamos con la boina de los camuflajes cuartorrepublicanos. En fin, ser de la oposición y saltar la talanquera es reversión acordada, en secretos, porsiacaso.


3

Ley de presidente, universidad de todos. Canto de contradicciones. Recuerdo que durante mucho tiempo, cuando era yo un estudiante y mucho tiempo después profesor universitario, manteníamos, mis amigos y yo, mis compañeros y yo, mis colegas poetas y yo, los camaradas del partido y yo, mis compatriotas y yo, al lado de todo lo que considerábamos nuestra universidad, una conducta de convencida esencia socialista, cuyos principales convicciones –esas que nos mantenían activos frente a cualquier acto de supremacía o hegemónica condición, digo en el ejercicio de cualquier poder o cualquier declaración-, las cuales eran definidas por la defensa del hombre, se confundían con la libertad, la equidad, la justicia social, la igualdad de oportunidad de todos los seres sobre el planeta para recibir educación – salud – vivienda – trabajo. Pensábamos siempre que nuestra posición haría de nuestro país un lugar donde sus habitantes vivirían sin preocupaciones por ejercer plenamente su condición en un ambiente de absoluta dignidad, con opciones diversas de pensamiento – acción y con los instrumentos suficientes para entrar al porvenir con el alma y el cuerpo plenos de valor. Nuestra universidad se había convertido, en el ejercicio libertario que por décadas había ejercido contra las más despóticas dictaduras y los más férreos gobiernos puntofijistas, en un espacio de sacra libertad; era nuestro cuartel, nuestra oficina, nuestro santuario, era el espacio de los sueños, por lo que jamás podríamos aceptar que se convirtiera en sitio de reclusión. Por ello, poco a poco, la historia que nos precedió como generación se llenó de mártires fue investida por la heroicidad. La autonomía universitaria era la moral, la esencia, la cultura, toda una ética en donde la realidad nos reclamaba fuerza y entereza para defenderla como el legado más legítimo de la existencia universitaria. La gloriosa reforma universitaria de Córdoba se había convertido en la rúbrica de nuestros anhelos y el Mayo francés nos insufló un aire protestatario y contestatario que condujo a nuestros antecesores a impulsar una serie de reformas de nuestras casas de estudio. Y salimos a defenderla con los bártulos que sabíamos manejar: la imaginación, la música, la poesía, el trabajo creador, la pasión por el estudio. Contra todo esto tuvieron que enfrentarse los nuevos operadores políticos de nuestro país, elegidos con los nuevos dispositivos –democracia burguesa la llamábamos- y a pesar de que combatían palmo a palmo nuestros argumentos, a pesar de que la represión fue una escalada cotidiana, a pesar de que nunca dejaron de allanar las casas, los barrios y las urbanizaciones para encontrarnos en franca comunión con nuestros sueños, nunca dejamos de defender el corazón y la médula de nuestra alma mater, su autonomía. Recuerdo los manifiestos. La UCV abriría sus pasillos, diseñaría la ruta que transitarían las disposiciones para las transformaciones universitarias. Estudiantes y profesores, unidos en un fin común: la universidad organizando el pensamiento e impulsando la consecución de los derechos a fraguar el porvenir. Y en franca actitud opositora, un Estado que no aceptaba la autonomía como estado definitivo de autodeterminación académica en su expresión filosófica, creadora, científica y esencialmente ciudadana. Y es que teníamos, el devenir de nuestra sociedad nos lo legaba, que definir cuál debía ser la universidad que requeríamos para ser vanguardia de todos los saberes y ejemplo del ejercicio del poder compartido desde cada reducto social y desde cada escalón académico. Gobierno y cogobierno, asociaciones y federaciones, sindicatos y colegios profesionales, profesores, estudiantes, empleados, obreros y egresados en el mismo carril de la defensa de la libertad. Y para todos, la universidad haciendo uso de la legalidad. Vulnerada periódica y parcialmente por los ejecutivos de los gobiernos de siempre. Y sin embargo tuvimos escenarios desde las aulas, centros de estudiantes, pasillos, aulas magnas, para respirar nuestras furias y poder reanudar acciones que, con los años se convertirían en el espíritu estudiantil combativo e indoblegable que nos ha permitido enarbolar una universidad de la que todos nos hemos sentido parte esencial. Universidad de médicos, economistas, abogados, sociólogos, poetas, escritores, líderes políticos, gobernantes, trabajadores diversos. Y todos, desde la diversidad ideológica, desde la pluralidad partidista, desde el respeto a la otredad. Se entiende por lo tanto que los acobijados de ayer, quienes lanzaban en arengas sus jirones de estudiante en defensa de la “universidad autónoma y democrática”, defiendan hoy una educación universitaria homogénea, estándar, sectaria y convertida en apéndice de un gobierno coyuntural que no está dispuesto a claudicar en sus fracasadas tendencias y decide por lo tanto vendernos la realidad ilusoria de un socialismo que de real se deshizo en las aguas de los mares occidentales, orientales y tropicales. No está de más decir que con todas las agresiones a la que fue sometida por los gobernantes de la llamada Cuarta República, nuestras universidades supieron defender con el fuego de la razón y de la acción, el derecho a mantenerse como espacio para la diversidad que fraguaba el porvenir de nuestro país y en ella cupieron todas las tendencias, todos los colores, todas las posibilidades. Creo sin embargo esencial que las intensiones de reformar el estamento legal que se rijan y ordene las casas de estudio venezolanas, sean asumidas desde un ejercicio franco, sostenido, transparente e inteligente de debates y diálogo de saberes, como se nos trata de hablar. Solo creyendo en una universidad cuyo soporte sea lo múltiple, lo diverso, lo diferente, lo contrapuesto y en franco derecho al disenso podemos construir un espacio en donde el conocimiento sea elaborado, descubierto y expresado como hallazgo de creación. Y no en un devaluada y ordinaria forma de salvar el pellejo deteriorado por las temperaturas del poder.

Surcando Erosiones.
Historia de amor y blue, de Alexis Cabezas
Iliana Morales

Lo inmediato hace de estas metáforas una necesidad. Una vida entre blues, mujeres de nombres desconocidos, espacios solitarios de una ciudad nocturna, ansias perdidas, pensamientos confundidos, multitud de cosas que alientan la palabra en este libro. Dos tonos, uno en verso y otro en prosa. Los dos bajo la fugaz medida de un tiempo efímero, de una noche entre vinos y música y el leve gris del humo de un cigarrillo. Un cuerpo al ritmo de la música se va dejando dibujar entre líneas. La playa, la noche, el día feriado de no ir a la escuela, unas manos, unos pétalos y así una vida común que se impone a la dureza del olvido y dibuja su imagen para expresarse desde ella misma. Vida común, desde la boca seca, desde la capacidad de sentarse frente a la otra persona, sólo para contar, sólo para dejar rodar unas imágenes que apenas susurran un ritmo de voz humana. Alexis Cabezas deja de ser un poeta inédito con este primer libro. La palabra fluye y el hilo de unas breves historias no se rinde. El sudor formando gotas en su piel, el saber de la arena, los movimientos en las rodillas, apenas son detalles que flotan en una breve lectura de este libro.
Poemas tomados del libro inédito Bártulos de oficio,
de Ángel Madriz




SI YO FUERA SOCIALISTA
s XXI

Si yo fuera un día, así de pronto,
no sé, sin darme cuenta,
como quien quiere y no quiere
fuera yo, repentinamente,
un día, sin que nadie lo esperara,
un 26 de julio como aquel día
que terminó, inesperadamente
en un enero antes de nuestra historia,
me hiciera yo, digo, pensando
tras bastidores en construir las muerte,
con paredón orgullo en la memoria,
digo si pudiera liquidar toda duda metódica
y al iniciarse una comarca
una posibilidad de tantas en mi ciudad
fuera yo Socialista s XXI
-patentado claro está en s XX,
con toda su orgullosa estirpe
de anacoretas en malls, satélites
con plataformas de teclados en los bolsillos-,
y así plenamente socialista s XXI
convencidamente socialista s XXI
fuera yo y lo celebrara para todos
y lo impusiera para todos
con la fortaleza de los soles de octubre
con el valor de los pobres de octubre
con la decisión de los soldados de octubre
que simplemente salieron a matar gentes
a soñar la revolución de octubre
a sufrir la revolución de octubre
en un octubre definitivamente refrigerado,
y en julio, como en octubre,
habían cultivado una flor de muerte,
socialista y todo para el porvenir.
Diría yo, entonces, como socialista s XX
y por lo tanto orgulloso de patria o muerte
camarada, compañero, proletario,
que estuvo bien que extermináramos
al enemigo burgués, apátrida capitalista,
imperialista desgraciado, maldito reaccionario
y escondiéramos toda posibilidad para llorar.
Y con un saludo entonces al compañero,
al líder supremo, al sumo general, comandante presidente,
le regalara una lágrima sonora yo,
socialista s XXI hasta la pata,
le devolviera un corazón amplio y sumiso,
rojo de sangre y de socialista universal,
siendo socialista real no hay otra forma
aunque con todo y s XX es un recuerdo,
y viniera y le dijera que se justifica
aniquilar cualquier disenso
aunque tenga rostro de niño,
palabra de mujer, ojos de madre,
aunque tengan que arrastrarse
después de muertos para ver la aurora.
Y aceptara yo, socialista ya hasta la cacha,
que todo fue para construir al hombre nuevo,
que todo por la cultura, como diría el Zedón aquel
mientras naves y sueños cruzaban
las infatigables dimensiones del espacio.
Si al salir el sol un día de abril,
a mi edad de siempre inclaudicable
fuera yo un socialista ya no importa
si es s XX porque es en carne y hueso
de amor intenso y de saludo a la bandera,
de esos que cantan los himnos sin cerrar el alma,
y así, le gritara a todos con mi nostalgia de amante
con toda mi esperanza de elegir encrucijadas
que “patria o muerte camarada”,
que “socialismo o muerte camarada”,
y a lo lejos, allí donde solo hay cabida para la alegría
un aparejo de retóricas nos mareara la razón
y decidiéramos enjaular el alma
apaciguar los huracanes de la memoria
para amoldar la furia de amar
a la tranquilidad del pensamiento domeñado,
si fuera así, yo, socialista s XXI,
tendría una justificación para arrasar
con la miserable historia que recuerdo.

NOSTALGIA

Estoy aquí pensando en la esperanza
y me preocupa que no estéis vos,
que la ciudad sea un cúmulo de oscuridad
una salida a las aguas vertidas de la soledad,
que cada mujer, como vos, simple y rauda
para mostrar las huellas de muchas historias,
sea de repente un despojo ante la tristeza de la lluvia.
Estoy aquí sintiendo que ella y la esperanza
se hayan definido como contrincantes
de la traición que es sitio de esta ciudad, al mediodía.
Te espero sin embargo, espero simplemente
que liquidéis cualquier síntoma de occidental regionalismo,
cualquier blasfemia, falsa redención que en esta ciudad
suele significar el color múltiple de la desidia.







NUEVA DECLARACIÓN


Todas las mañanas, por mi casa,
pasa una muchacha, siempre pasa íngrima y sonora
por el frente donde en mi casa espero para verla,
deja su fragancia muy temprano y enloquezco.
¿Será de jazmín? ¿Lavándula, gardenia? ¿Será de azucena?
¿Será de nardo o quizás una esencia de su piel?
¿El remanente de sus sueños?
Podría ser el deseo de su cuerpo o el roce de sol en su cabello.
O simplemente el desamparo, el adiós inevitable.
Cada amanecer, siempre apenas cuando sale el sol
y la mañana es una ruta de esperanza,
por todo el frente de mi casa, sin que pueda reordenar su itinerario,
dejándose ver como brotada de la lejanía
pasa una muchacha, deja caer el horizonte
mientras su perfume me recuerda el abandono en el brillo de sus ojos.
Todos los días, al amanecer, cuando pasa por mi casa una muchacha
y me envuelve en su tristeza, siento un infinito amor por mi mujer.