miércoles, 1 de febrero de 2012


ALDABA

De Pablo Riquelme

Un libro cuyo género es él mismo

Ángel Madriz

La obra literaria es una vía -recuerdo que una vez dijo George Thompson en su libro Marxismo y poesía- para conjurar la realidad; antes, en su extraordinario libro Teoría de la novela, Georg Lukács afirmaba que la literatura permitía una reconciliación del hombre con la realidad frente a la cual se había planteado una ruptura. Tanto la poesía, como la narrativa y el teatro, son formas modernas de esa unidad que, inicialmente era la expresión poética, a través de la cual el hombre, cantaba para nombrar el mundo en donde se debatía con todas sus angustias, placeres y disyunciones. Quizás dicha unidad, en la que lo lírico, lo épico y lo dramático se confundían en una sola manera de hablar estéticamente, permitían representar la cotidianidad a través de un discurso cuya definición era simplemente la palabra escrita. De allí que la poesía era canto, pero al mismo tiempo era sentimiento, heroísmo, diálogos encontrados, lira, epos o drama. Sin estancos, sin parcelamientos, sin antagonismos. A toda expresión estético literaria, entonces, la identificaba, simplemente, el verso musical que liberaba el yo, exaltaba hazañas o resolvía contradicciones. Tres propósitos en una total manera de cantar la realidad que, con la modernidad, se convirtieron en tres formas para expresar la existencia.

Aldaba, de Pablo Riquelme, es un libro en donde el género como tarjeta de identidad es desplazado por el impulso de la palabra que trata de reinventar la realidad. El yo, que se registra intensamente en la observación, el modelaje y reconstrucción de las diversas emociones, las intensas pasiones y lo contradictorios caracteres, deja de ser simplemente una imagen, una sensorialidad o un pensamiento, para convertirse en un episodio que, aunque no concluye una historia definitiva, ni resuelve un conflicto de acciones que plantea, sigue un ritmo que revela un itinerario, una secuencia y al final deja que los prototipos de una posible historia, de una hipotética conclusión se conviertan, sutilmente, en sombras, en acústicas o en la tensión que todo lo espera.

En Aldaba, libro que inicia la Colección Artes y Letra del Consejo de Publicaciones de LUZ, Riquelme nos hace recordar que en la Literatura la forma es simplemente el respaldo de nuestras tensiones, la liberación de nuestras ensoñaciones, el silencio de nuestros apremios, la especificación de nuestros deseos. No hay en él, entonces, precisión del lirismo, esparcimiento del contar y menos que nada, identificación de confrontaciones espirituales. No puede haberlas porque en sus páginas la poesía da paso al cuento y a la escena, la narración es detenida en el hallazgo musical del verso libre y el diálogo dramático se resuelve en la historia y en la búsqueda de la palabra íntima.

Aldaba, de Pablo Riquelme, permite una especie de expresión holística en donde su fuerte es una estética del amor, la soledad y de un mundo en donde actuamos sin dar pistas para que nos identifiquen.

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