jueves, 24 de diciembre de 2009


Acumulando abriles

"El continente sostiene un lago de música oscura.
Teje su muerte en el mar como en el silencio los astros."
C.D.Rincón


La palabra construye realidades, las enriquece al darle vida con sus sonidos de vocales o consonantes y las transforma cada vez que la nombra con la fuerza insostenible de la imaginación. Cuando el mundo se presta en sus dimensiones para ser observado crece en belleza a pesar de que el hombre se empeñe en objetivarlo a través de la razón. La palabra es simple como el día y la noche, es transparente como el aire que respiramos y es poderosa como los mares en turbulencia, como las manchas del sol en su reflujo milenario. La palabra anda sin necesidad de apoyos, existe sin el permiso de Dios, abunda cuando somos felices y se desliza milimétricamente cuando caemos en desgracia. Se antepone a la tristeza. Es el paradigma de la desesperación. Se multiplica en el amor y se resiente ante el paso de la traición. Pero ante todo es la compañera más fiel y grata en los ratos de nuestra soledad y la oportuna aliada de nuestros recuerdos, de la historia íngrima de cualquiera de nuestras existencia. Es la mejor forma de lanzarnos al universo, el que tenemos en cada espacio cotidiano o el que espera para ser aprobado en nuestra memoria espiritual.
Es el libro Acumulando abriles, de Ebrahim Faría Reyes, algo más que la palabra. Es ella y cualquier ser humano que vive y ama, que existe y sueña, que sufre y odia, que ve pasar frente a sus ojos los episodios constantes de la realidad. Esa que construye la memoria de la humanidad sin respetar individualidades y sin detenerse a valorarla. Franco diálogo del poeta con el espejo caleidoscópico del mundo en donde va con intensas observaciones, con abrumadoras anécdotas, con desconcertantes vivencias y sin posibilidades para soslayarlas. De allí que cada poema es una especie de soliloquio inquebrantable en el que la totalidad de las significaciones se encuentran íntimamente ligadas a los amigos, las mujeres deseadas, las amadas, el paso de los años, los infantiles recuerdos del barrio y la esperanza de ser un día el mago que exorciza los demonios objetivos que impiden amar más allá de calles y aromas.
Acumulando abriles, es en definitiva un poderoso y justo reconocimiento a las fuerzas de vivir, en un vendaval de imágenes que recogen las metas del amor como objetivo liberador de toda angustia. Sus veintidós poemas surcan un espacio que jamás se detendrá para esperar nuestras rectificaciones, porque es el registro de un lapso que jamás podrá ser olvidado, ni remotamente sustituido. Ilustrado con hermosas pinturas de Omar Patiño, para la Colección Cal y Agua, que Ediluz nos entregara durante 2008, este libro forma parte de un legado que nuestra ciudad mantendrá siempre en su escritura.

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