lunes, 26 de junio de 2023



De la dignidad como excus

Mediante la mentira, el hombre
aniquila su dignidad como hombre.
(Immanuel Kant)


 Ángel Madriz

 


Lucha de San Jorge con el dragón, Peter Paul Rubens

Lucha de San Jorge con el dragón, Peter Paul Rubens




 
            Debo decir que dentro de nuestra compleja y conmocionada realidad la soledad ha dejado de ser una experiencia individual y se ha convertido en una manifestación colectiva. Estar solo significa no solamente no tener a nadie con quien compartir lo que vivimos, es un estado de ánimo, una forma de pensar, una manera de amar y en síntesis, reconocer que el presente no nos conquista con sus intensa y agobiantes manifestaciones de transitoriedad, o que el pasado es simplemente una despensa en donde todo se ha descompuesto o que el futuro tiene las marcas propias de lo difuso o degradado. Si, la soledad viene cabalgando desde hace más de una década de las crines de un potro que jamás abrevó en las a guas de algún horizonte y hoy luce agotado, hecho añicos. Sin embargo, hay quienes aún, a pesar de que nuestro rostro (y aquí recuerdo el refrán pertinente de “lo que está a la vista no necesita de anteojos”) está siendo incansablemente abofeteado por los amos del poder y que mientras nos están segregando a la pobreza más despiadada, se alinean en las filas del status quod, sin ninguna queja ni vergüenza en las vísceras. Buscan refuerzos en los señores que, durante más de dieciocho años, han venido condenando al imperialismo y proponiendo como bandera el socialismo del siglo XXI. Aunque imperialismo es hoy una realidad global que incluye de EEUU hasta China, Rusia, Francia, Inglaterra y muchos países que están haciendo posible la diversidad, la tecnología sofisticada y la vida más confortable y duradera, los voceros oficiales de la actual Venezuela reducen todo al imperialismo yankee como el demonio al que hay que combatir, sin dejar de adorar las armas de la entrega y la traición con el único propósito de poder actuar soterradamente frente a una población a la que se le impone la miseria, mientras la verdad de sus actos los sitúan entre los límites de Walt Disney, la torre Eiffel, las riberas del Danubio o las majestuosidades arquitectónicas del Reino Unido. Y es que siempre ha sido así con los socialistas de la ya historia universal, explotar el odio por el capitalismo y su derivada exaltación de lo patrio como víctima de la usurpación y el ultraje. De allí que la dignidad sea la punta de lanza contra cualquier argumentación que cuestione las consecuencias de alinearse con los enemigos de la diversidad: Es una cuestión de dignidad. De no someterse al imperialismo Yankee. De no someterse a la intervención de nuestra soberanía. Paralelo a esta retórica, el petróleo, el hierro, el oro, el gas, el diamante y los nuevos minerales utilizables en las telecomunicaciones y la industria nuclear cono el coltán y el uranio están siendo extraídos por los “altruistas” y “solidarios” representantes de la izquierda internacional, haciendo multimillonarios a una cúpula nacional y dándoles exclusividad a sus “nobles” aliados. Irán es por lo tanto, junto a Rusia y China, ese oasis que hace falta para descansar, protegidos y acompañados en las patrióticas laores del saqueo.
A cambio, la riqueza obtenida tiene el nombre de la dignidad y la soberanía, las cuales nunca han dejado de ser las expresiones fundamentales de la extorsión y el chantaje nacional que estos atragantados y deplorables ejes de lo decadencias recogen reiteradamente en cada uno de sus actos. Ahora bien, en nombre de la dignidad el país carece de lo más elemental para ser feliz. La alimentación, la salud, la educación y la justicia están depositadas en los pantanales del ultraje. Y es que con dignidad no se obtiene lo elemental para vivir. Con dignidad no se compra leche, carne, arroz, huevos…Con dignidad no se compran los medicamentos mínimos para sobrevivir. Con dignidad no se compran unos lentes para ver cómo se están llevando nuestro país. Con dignidad las escuelas, colegios y universidades no van a recobrar su decoro, su nivel y brillantez. Con dignidad no se va a detener el crecimiento de la violencia, ni se van a superar las ruinas de una nación que un día fue modelo para América Latina y para el mundo. Con dignidad no nos vamos a dar cuenta de que la estafa ideológica de estos socialistas nos ha llevado a la vanguardia del atraso, el hambre, la enfermedad y el más grande de los éxodos que ha vivido un país en nuestra América. Por otra parte, la dignidad puede ser la fuerza con la que construir un imperio personal puede ser posible. Es la dignidad que permite comprar alimentos en los mercados de los grandes países. Asistir a los más adelantados centros de salud del mundo. Es la dignidad que permite descansar o vacacionar por las maravillas nórdicas, orientales, occidentales o meridionales, sin tener que dar cuentas de cuanta moneda necesito portar para no quedarse trancado en las colas de los que buscan pasajes en los pocos vuelos que hoy se ofrecen en Venezuela.


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