Tríptico rotativo
Un año sin Miguel Ángel
Ángel Madriz
"En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea
tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada"
Jorge Luis Borges
1
Miguel Ángel Madriz Colmenares. Miguel Ángel…Miguel, siempre. Nunca le temía a la muerte, tanto como verla
reflejada en el rostro de un hijo. ¡Y cómo le sigo temiendo hoy más que nunca!
Y es que hace un año, un incomprensible y desusado año, murió mi primogénito.
El que me inició en el oficio de ser padre. El de los ojos de miel y
nubarrones. Quien aprendió a ser libre prontamente, cuando el país prometía la
opresión. Doce meses hace, que en Buenos Aires, mi hijo mayor pereciera
oficialmente y un año exacto ha transcurrido de seguirlo amando, de seguirlo
poseyendo en esta pobre nación, cuyo miserable Estado decidió que era mejor
sustituirlo de su nómina ciudadana por una imagen de color y pensamiento
preferenciales. Me digo sin embargo:
Miguel Ángel nunca se ha ido, a pesar de que su ausencia es un gran pasado hoy, un duro e intenso pasado ya que
me deshace de presente. Miguel siempre está conmigo, conversa con su madre,
sueña con David y filosofa con Julio, se acurruca al lado de su abuela.
Escudriña los espacios de sus tías, juega a ser feliz con sus primos, sigue pensando
que sus amigos son el santo y seña de un tesoro que es la expresión de la
esperanza. Nunca ha dejado de ser la muestra más humilde de la intención de
porvenir. Conservo en cada espacio que aún habita, desde un más allá leve y
cercano, su fresca sensación de libertad, la testaruda voz con la que
atravesaba cada intento de esta vida por oponerse a sus planes de amar y ser
feliz. Miguel Ángel pende del infinito hilo de la eternidad, de la luz profunda
con los que supo enriquecer su alma de seres y sucesos que amanecen diariamente
reconstruyendo su impecable forma de entender este mundo. Una galaxia ronda
desde siempre, desde el instante mismo en que se convirtió en sustancia
universal. No ha podido dejarnos, porque jamás puede lo amado abandonar los resquicios
inminentes que le dan sentido a la existencia. Miguel Ángel sigue fracturando
la hipocresía de esta realidad, desmantelando la traición, desencajando la
mentira y estructurando el fino aire de la solidaridad, reformulando el
lenguaje de la franqueza. Nunca ha dejado, Miguel, de ser esa mirada total con
la que llegaba a instalarse en el centro de nuestros espíritus, para dejarnos
el silencio necesario de la paz, para impulsar el resorte inesperado de la
tranquilidad. Cualquier tristeza, cualquier soledad, cualquier dolor, de todo
un año sin verlo al resplandor de la ciudad, sin oírlo reír entre el mudo
existir de este país desdibujado, sale impelida cuando recordamos su incansable
condición de viajero universal, de soñador incansable, de transparente y
siempre auténtico ciudadano de proyectos invencibles. Miguel no puede
abandonarnos, como no podemos nosotros abandonar esa ruta de amor que
construimos diariamente con él y en donde eternamente cabalgará el porvenir de
su recuerdo. Un año sin Miguel puede ser el abandono, la desesperanza, el
requiebro, la duda. Más, un año recordándolo, nos impulsa a llorar sin tregua,
a desear tenerlo entre los brazos, a lamentar tanta indolencia de los astros,
tanta indiferencia del corazón eterno, tanta dejadez de la música diversa con
la que crecieron todas las estrellas y a la que siempre supo escuchar con el
ritmo de su brillante corazón. Un año sin Miguel Ángel nos ha envuelto en la
extraña sensación de no perecer sin seguir amándolo hasta el último instante en
que seamos los que siempre fuimos sus aliados, sus amigos, sus padres, sus
hermanos, sus simples mortales y cotidianos compañeros. Miguel Ángel después de
un año en los espacios de esa galaxia imponderable en la que siempre creyó y por la que tanto
lucho en cada sueño, está todavía con su mirada puesta en cada uno de nosotros,
tratando de decirnos que aun el camino debe ser transitado con todas nuestras
tristezas, para llegar, un día, a encontrar el sitio preciso donde estará
esperándonos. Miguel…siempre, es un detalle de la vida que hemos querido, que
hemos podido construir.
2
Un
mundo lejano. Un viaje indescifrable. Una fuerza que se expande. La decisión de ser, siempre uno mismo y no dejar que
la adversidad pueda hacernos añicos, es una condición que sólo la integridad,
el valor existencial, centrados en el sitio mismo de la determinación puede
enseñarnos. Determinación de ampliar los resquicios múltiples que conforman
nuestras vivencias, dimensionar nuestras acciones y disponer las fuerzas de
cada esfuerzo por hacer. A sus veintinueve años al punto del adiós –transitorio
apenas, lo sabemos-, Miguel Ángel había doblegado cada minuto de su existencia.
Pudo reír cada vez que nuestro amor le mostraba un apoyo incondicional,
necesario para aprender a leer la diversidad universal. Con ello comprendió que
el calor de estar juntos era apenas el comienzo de una búsqueda por ser un
humano total y supo de sus complejidades. Seis años antes se había convencido
de que un título universitario, en esta ciudad – país, no era suficiente para
alcanzar las utopías que se cruzaban por su inquieta inteligencia. Y con la
certeza de que el mundo debía ser asumido con las herramientas propias de quien
se siente seguro de desentrañarlo, se lanzó en un viaje a las dimensiones de la
soledad, para terminar convirtiéndose en ciudadano universal. Fue Caracas el
recinto en donde comenzó por comprobar que la burocracia mediocre de la
institucionalidad maracucha, en donde comenzó su tránsito como ciudadano
laboral, no estaba dispuesta a correr el riesgo de ser desenmascarada. Y así
como suelen hacerlo los valientes de oficio, abandonó sus fauces, teniendo con
ello que abandonar el cobijo seguro del hogar. Miguel sabía que sólo es
valiente aquel que sabe someter sus miedos, por lo que se permitió dejar que la
incertidumbre, lo inesperado y lo probable fueran sus instrumentos para
elaborarse el porvenir. Y en poco tiempo, tuvo el resplandor cosmopolita de una
gran ciudad iluminando las dimensiones de su joven existencia, de sus nobles
intensiones, de sus justas aspiraciones. Construyó un mundo de cristales,
metales, telas y colores. Hizo feliz a miles de seres, que sin sus creaciones,
hubieran terminado por creer que es injusto soñar y caer fulminados por la
trivialidad. Miguel era de muchas sustancias incunables. Era de blancor en su
rostro definido por la alegría. Era de canción al vuelo de una noche que
comenzaba cada vez que encendía sus vuelos por entre mágicas notas, por entre
insólitas tonadas, por entre lógicas expresiones. Miguel Ángel amó cada
instante insospechado en sus viajes de ida y cada momento calculado en sus
itinerarios de retorno. Hasta ahora no puedo comprender cómo este mundo no supo
digerir cada propuesta de swarovski, cada invención de perla, cada sinfonía de collares y de joyas.
Apostó entonces a ser tránsfuga de padre y madre que lo seguían con la
esperanza de alcanzarlo en plena quietud de alma, como solía padecer –feliz de
siempre- dentro de los límites de la familia. Y es que ser un fulano sedentario
acribillaría todos sus mandatos, todos sus impulsos, todas sus rebeldías. Y fue Buenos Aires con sus bosques, con su
aire porteño y su silencio melancólico. Fue Buenos Aires con su romería de teatros y cafés, con su
interminable nocturnidad y su algarabía de luces e íngrimas imágenes quien
culminó su tránsito de búsqueda infinita. Ciudad en donde aprendimos a mirarlo
como lo que en fin, siempre había sido: un inmenso portento que andaba por el
mundo colmado de pasión sin saber que la vida nunca es fiel con quien la ama de
verdad. Y fue Buenos Aires quien nunca descubrió la eternidad de su existencia.
Miguel sigue siendo una sorpresa que abandonó un puerto para salirse a pasear
con nuestra impronta soledad.
3
Una sonrisa que amella la tristeza. La belleza en todo
un sonreír. Recuerdos perennes. Friedrich Nietzsche dijo que Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los
"cómos" y hoy, a un año de rabiar que Miguel Ángel está de lejanía,
pienso que la fugacidad en la que somos expelidos cuando nacemos fue la excusa
fraguada por él, en silencio, meticulosamente y con todas las convicciones de
ser un humano de avanzada, para lanzarse a un intenso despliegue de vivencias
que hoy nos convence de que estará en una dimensión más acorde con su sangre,
más centrada en sus planes y más definitiva para proyectarlo. Nos queda su
sonrisa como nos queda su bondad, el endurecimiento de sus nervios frente a las
injustas razones de una realidad que solo supo atormentarlo de simplicidades.
Al mirar, sabía Miguel Ángel descubrirnos cualquier minúscula manifestación de
desencanto; cualquier insignificante propósito mediocre; cualquier mínima
rendición o simple abatimiento y se impulsaba, con toda su voz espacial, sobre
nuestros debilitados espíritus, para conjurar un estar indebido en el lado de
la derrota. Sabía que la rendición no podía llevarnos a la felicidad y nos
imponía un ritmo desenfadado con el que confrontarnos y así poder recuperar las
ansias de la victoria. Quizás fue su pletórica forma de reír frente a las
adversidades invencibles, la que me enseñó a redescubrirlo y a ubicarlo en el
sitio al que pertenecen los seres que no poseen fronteras, tiempos ni
identificaciones. Era Miguel Ángel, nuestro amante de las estrellas, el que se
esparcía en una canción de Madona, ese que ubicaba las imágenes en el aparador
preciso de las marquesinas, quien pudo labrar muchas esperanzas y regalarnos la
totalidad de una existencia breve de años pero interminable de intensiones.
Creo que Caracas pudo ser el inicio de su reconciliación con los siderales
límites de nuestra galaxia y en Buenos Aires, estoy seguro, encontró un día,
cuando ya estaba a punto de despedirse de su melancólica cotidianidad, el
portal para saltar con todas las fuerzas de su savia enriquecida por los
dioses, hasta esa dimensión en donde sólo quienes tienen una sonrisa que derrama
bondad puede poseer. Miguel Ángel será un habitante eterno de nuestra memoria,
un ciudadano inmortal de nuestras vidas, un hijo que jamás dejará de ser
nuestro.
Hermosas palabras, muchas gracias por enviarmelo.
ResponderEliminarCreo que debes leerlo todo. En la web.
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