domingo, 12 de julio de 2009



Las reinas del carnaval visten de rosado
Historias de nosotros

Resulta realmente extraordinario que siempre haya, a la vuelta de la esquina, como esperándonos para sorprendernos e invitarnos a revelar, como por arte magia en un acto de absoluta impostura, una historia que nos desenmascara, nos impone un nuevo ritmo de observancia, nos informa sobre algunos laberintos emocionales que desconocíamos y nos aclara cuan compleja o simple es la vida que siempre estamos dispuestos a recordar, registrar u olvidar. A fin de cuentas, esa historia lanza sobre nuestro rostro una dosis incierta de frescura, en donde va contenida cualquier disposición nuestra por catalogar la realidad. Temerosos ante lo que pueda significar esta disyunción –el amor y la nostalgias no pueden ser asumidas al mismo tiempo sin correr el riesgo de quedar aturdidos por el devenir histórico de toda la tristeza humana- decidimos saltarnos el recodo y reencontrarnos con la razón de un intérprete que siempre resulta ser un insomne, orate, ángel – demonio, o simplemente un escritor en amplia complicidad con la incertidumbre de siempre. El resultado dejará siempre un camino abierto a la seguridad que significa el disfrute de una estela de relato bien plantado.
El libro, de José Luis Angarita Ávila, Las reinas del carnaval visten de rosado, significa esa experiencia que nos reconcilia con la posibilidad de experimentar, a través del relato, las múltiples sensaciones del reencuentro con los primeros amores, los múltiples rostros, las misteriosas vergüenzas, los inolvidables hallazgos, en fin, los indelebles episodios de lo que vivimos, deseamos vivir, dejamos atrás.
Las reinas del carnaval visten de rosado es el libro número dos de la Colección Cal y agua; editado bajo la responsabilidad de Ebrahim Faría, Iliana Morales y Ángel Madriz e impreso en los talleres de EDILUZ en octubre de 2007. El diseño de la carátula es de Melisa Cedeño y la diagramación fue hecha por Lisbeth Zárraga.
Este libro consta de diecisiete hermosos relatos, los cuales, como dije, sirven para recrear la memoria, ejercitarla y convertirla en expediente fundamental para convertir el pasado en protagonista de nuestro presente. Al mismo tiempo, en este acto de total identificación con personajes, espacios y momentos, cada uno de nosotros, como lectores al asecho de lo por venir, siente que es actante de cada secuencia en donde héroe, sujeto, colectividad o simplemente quien ama, es recordado, decide no morir para seguir haciendo lo que siempre lo apasionó, cae fulminado por un disparo inusitado o al final, después de darse cuenta de que solamente es un personaje más dentro de una historia diaria, descubre que no hay distancia entre la fantasía y la subjetividad real.
En estos relatos, breves pero intensamente llenos de emociones, sentimientos, pasiones y pedazos de cotidianas existencias subyace una gran mixtura de personajes, en donde cada uno de nosotros encuentras su idea esencial, su rol imprevisto, su condición de ciudadano comprometido con la vivencia y entre todos, una forma de ser que cada vez se hace más inobjetable: el tiempo dándonos muestras de que en su largo e infinito transcurrir, se ha convertido en una fugacidad de muchos periodos, de muchos años, de muchos temores, de muchas ansias inconclusas.
Las reinas de carnaval visten de rosado es un libro para pasar la página y atreverse a disfrutar recordando que siempre en oportuno “incluir en alguno de los relatos por escribir –como lo dice el mismo Angarita- que sobrevivirían a este encuentro estadístico con el destino instante” la eternidad de esa fugaz condición que implica, hoy más que nunca y desde ha no mucho, vivir las complejas contradicciones de nuestra modulada, móvil, heterogénea realidad.

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