miércoles, 20 de agosto de 2014


Un sol se desnuda en mi bosque.
De María Hernández de Martín
La vida en la poesía
Por Ángel Madriz

    Octavio Paz escribió alguna vez que la poesía se justificaba a sí misma. Creo que todo poeta necesita constantemente ganarle un tiempo y un espacio a la ruta inexorable de la muerte y es entonces cuando su expresión cobra más brillo, se hace más intensa, se convierte en esencia pura de vivencias y logra vencer cualquier mudez, toda rigidez, la más mínima oscuridad; cataliza el más mínimo recuerdo de existir y en un impulso que podría llenarse de imágenes, diversificarse en reflexiones, extenderse en pasiones y sentimientos, reinventa el sitio mismo del porvenir en donde puede hacer el inventario de su historia, escribe el poema y termina por definirse en franca alianza con la palabra y la existencia. Ha logrado calar el sitio mismo en donde permanecerá para siempre. Es ahora el poeta ese creador al cual todos nos debemos en cuerpo y alma, al cual pertenecemos y del cual todos somos una parte misma de lo que escribe. Cuando leo el libro Un sol se des nuda en mi bosque  de la María Hernández de Martín me asalta una duda: sus poemas son el recuento sumario de toda su existencia o es la síntesis vivencial de todos los afectos que hemos experimentado como seres humanos.
    María Hernández de Martín logra construir una historia en la que el poema es un capítulo, una página y los sucesos son síntesis de un alma que siente los recuerdos y los cristaliza en imágenes que son los hijos, el amante, la naturaleza y las estancias existenciales, en los cuales logran todos confundirse en un solo instante de nostalgias, de amor o de alegrías de vivir. Entre ellos –los seres y lo vivido- los mitos del hombre, sus tormentosos episodios en donde discurren vigilantes del mundo, el lenguaje se mueve entre el péndulo de la más apasionada anécdota  y el profundo sentido de la síntesis. Necesidad de contar que se hace en matices diversos de imágenes y en sensoriales expresiones de lo que se ha vivido. Sinestesia de lo vivencial, frente a la profundidad del verso breve y preciso que algunas veces nos regala la riqueza de un saber pleno de transparencias.
      Un sol se desnuda en mi bosque es un libro que nos define la palabra como una gran memoria de donde surgen rostros amados, dolores expurgados, tristeza aliviadas, tránsitos enmendados y deseos recuperados; es una voz de quien sabe del poder incuestionable que tiene el lenguaje, cuando se convierte en instrumento de la profunda alma que nos exige la urgencia de su presencia, entre quienes han sido parte inquebrantable de sus latencias. Es un libro que discurre con una inteligencia sólida, con una pasión de acerados versos, con una sencillez de complejos testimonios y con una decisión de ganarle belleza a la tristeza que muchas veces significa la nostalgia.

    Publicado por el Consejo de Publicaciones de la Universidad del Zulia y prologado por Mariluz Domínquez Torres, dentro de su Colección Artes y Letras, Un sol se desnuda en mi bosque habla por sí solo de la capacidad de su autora para hacer de la poesía un espacio para ejecutar cualquier rastro de silencio, dentro de una ciudad que solamente sabe transitarse, al sol de todos los días, entre el silencio de sus transeúntes o el bullicio de sus calles.     

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